domingo, 27 de enero de 2013

Don Dardo

-.-

Del edificio, un vecino, el más viejo, pasa cada tarde a saludarme y preguntar "¿Cómo está hoy, señorita?". Si me encuentra ocupada, haciendo alguna cosa con la puerta abierta, regando las plantas, o en la vereda con las perras el saludo es "Adiós hermosa!" y una risa enorme, dulcísima. ¿Habrá reído así siempre? ¿Habrá aprendido a hacerlo de esa manera ejercitándola cada día de sus 92 años? Me intriga un poco, lo admito, ese señor. Corrijo: me intrigan las horas de su soledad cotidiana .

-.-

jueves, 24 de enero de 2013

El charro Fuentes

-.-

(Página 535 de 563 y esa sensación atolondrada, asustada, impaciente, nostálgica de antemano, de que el libro se termina, que hay que terminarlo esta noche, que no puede esperar hasta el día porque de esa manera no podría empezar a leer otra cosa sino hasta el viernes sin sentir que estoy traicionando algo.)

-.-

jueves, 17 de enero de 2013

Campanadas

-.-

Nunca hice una lista sobre cuáles son realmente mis miedos.
Pensando en eso, en listas de mi vida,
vuelvo al 2010: el tiempo, que me juega en contra y a favor, según el día.

Habré de comenzar, pues, con un título:
"Lista de formas/maneras de dividir u organizar el tiempo"
(deberé decidir si el tiempo tiene forma o si es una sucesión de maneras de pensarlo, distinto cada vez).

Habré de seguir, sí, enlistando:

a) Con relojes:
* de: agua, arena, sol,
* por: minutos, segundos, horas, nanosegundos;

b) Con calendarios:
* por:
- semanas, días, meses (bimestres, trimestres, cuatrimestres, semestres),
- años ("comunes", bisiestos): lustros, décadas, siglos, milenios, bilenios;

c) Mirando el cielo:
* según: soles, lunas, ubicación de las estrellas;

d) Mirando el suelo:
* según cuántas/os:
- baldosas, veredas, cuadras, metros, kilómetros, centímetros: camine, pedalee, salte,
- calles, ríos, mares, océanos: cruce,
- monedas encuentre,
- hojas pise en otoño,
-charcos haga salpicar;

e) Según la institución educativa frecuentada:
jardín, primaria, secundaria, magisterio, universidad, conservatorio;

f) Según la actividad laboral desempeñada;

g) Según vínculos relacionales:
* nuevos/recientes,
* establecidos,
* que han cesado (amistades/noviazgos: por separaciones/alejamientos; parentales: por muertes);

h) Según modificaciones en el orden familiar:
* por: nacimientos, casamientos, divorcios;

i) Según indicios/marcas en la naturaleza:
* mirando: anillos en árboles, el caparazón de las tortugas, los dientes a los roedores.

En algún punto, la lista, habrá de terminar.

-.-


lunes, 7 de enero de 2013

Les feuilles mortes

-.-

¿Zombies? ¿Muertos vivos? La cosa parece ser cíclica. Y tanto antiguo leyendo esto con gesto adusto de expresar lo evidente. No se por qué mis muertos me reclaman cada año. Yo no los busco. Ellos vienen a mí. Es raro. Me han dicho que soy una mujer que deja marcas, que no duele el lugar donde ha estado el pie sino la huella que dejó. ¿Mis zombies duelan la huella aún? ¿Mi huella? ¿O será que otras marcas duelen más, más recientes, y vuelven a mí, lago de aguas calmas? No creo. Nunca he sido tal lago. Convengamos en que es raro. Sí. Va la canción más triste del mundo. El francés, sin embargo, la vuelve maravillosamente dulce. Mis muertos no están vivos. Que me maten pues.


Les feuilles mortes (La chanson de Prévert)

Oh je voudrais tant que tu te souviennes
Cette chanson était la tienne
C'était ta préférée, je crois
Qu'elle est de Prévert et Kosma
Et chaque fois les feuilles mortes
Te rappellent à mon souvenir
Jour après jour les amours mortes
N'en finissent pas de mourir
Avec d'autres bien sûr je m'abandonne
Mais leur chanson est monotone
Et peu à peu je m'indiffère
A cela il n'est rien à faire
Car chaque fois les feuilles mortes
Te rappellent à mon souvenir
Jour après jour les amours mortes
N'en finissent pas de mourir
Peut-on jamais savoir par où commence
Et quand finit l'indifférence
Passe l'automne vienne l'hiver
Et que la chanson de Prévert
Cette chanson, Les Feuilles Mortes
S'efface de mon souvenir
Et ce jour là, mes amours mortes
En auront fini de mourir

Las hojas secas (La canción de Prévert)

Me gustaría tanto que te acordases
Esta canción era tu canción
Era tu preferida, creo
Que es de Prévert y Kosma
Y cada vez, las hojas secas
Te traen a mi memoria
Día tras día, los amores muertos
No cesan de morir
Con las otras, claro que me abandono
Pero su canción es monótona
Y poco a poco pierdo el interés
No hay nada que hacer
Porque cada vez, las hojas secas
Te traen a mi memoria
Día tras día, los amores muertos
No cesan de morir
Nunca se puede saber dónde empieza
Y cuándo termina la indiferencia
Que pase el otoño y llegue el invierno
Y que la canción de Prévert
Esta canción, Las hojas secas,
Se borre de mi memoria
Y ese día, mis amores muertos
Habrán terminado, al fin, de morir

-.-

sábado, 5 de enero de 2013

Extremos

-.-

"La descalcé, le besé los pies y recordé los versos sobre los pies que tanto me fascinaban, no soy yo quien regresa sino mis pies esclavos dijo Alfonso Reyes el exilado presente, y amo tus pies porque anduvieron la tierra hasta que me encontraron dijo Pablo Neruda el enamorado inmortal (...)"


(FUENTES, Carlos; Cristóbal nonato; FCE, Colección "Tierra Firme"; México; 1988)

-.-

miércoles, 2 de enero de 2013

Enero 2, 1920

-.-

        "Como decía antes, había decidido cursar mis estudios universitarios en Columbia. Al fin y al cabo estaba en Manhattan, y yo no tenía ninguna posibilidad de dejar la ciudad. Con universidad o sin ella, debía seguir trabajando en la tienda de golosinas.
          No obstante, mi deseo de ir a Columbia era lo de menos. Lo más importante era, primero, saber si la familia podía pagar la matrícula y, segundo, si Columbia me admitiría.
          Con respecto a la matrícula, no podía estar seguro. Si fuese necesario, encontraríamos el modo de hacerlo. En cuanto a las intenciones de Columbia, podían averiguarse. Solicité el ingreso y me citaron para una entrevista, que se celebró el 10 de abril de 1935. (...)
          En aquel entonces sólo tenía quince años y nunca había ido sólo a Manhattan. Creo que mi padre imaginaba que yo estropearía la posibilidad de ingresar en Columbia, porque me perdería en el complicado sistema del metro y llegaría tarde a la entrevista... o no llegaría. En consecuencia, se arriesgó a dejar la tienda en manos de mi madre y me acompañó. Como era natural, esperó fuera del edificio donde yo debía entrar, pues no deseaba estropear mis posibilidades haciéndome aparecer como un bebé en quien no se puede confiar para que viajara por su propia cuenta.
      Pudo ahorrarse el plantón. Yo solito me basté para estropear todas mis posibilidades. Dí una impresión pobrísima. No podía ser de otro modo. Creo que nunca en mi vida he dado una buena primera impresión a nadie, hasta que mi nombre llegó a ser impresionante por sí mismo. Después de eso, naturalmente, ya no existe lo que se llama una primera impresión.
      El problema es, y siempre ha sido, que en toda primera entrevista me muestro demasiado impaciente, demasiado hablador, excesivamente falto de serenidad y confianza en mí mismo, demasiado claramente inmaduro (incluso ahora). Y durante mi adolescencia, por si todo esto fuera poco, padecía acné. Este es un problema corriente y tener granos no constituye un gran delito, pero tampoco es un gran honor y no mejora la impresión que uno da.
       En conjunto, el pobre hombre que tuvo que hablar conmigo y decidir si yo era bueno para Columbia, no tuvo una tarea ardua. Jamás le he culpado (quienquiera que fuese, pues no lo recuerdo) por no haberme aceptado."







(ASIMOV, Isaac; La Edad de Oro de la Ciencia Ficción III; Hyspamérica - Biblioteca de Ciencia Ficción, nº 50;  trad.:Horacio González Trejo; Madrid; 1976)
-.-