domingo, 20 de noviembre de 2011

Un sujeto incierto

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I

"La necesidad de este libro se sustenta en la
consideración  siguiente: el discurso amoroso es hoy de
una extrema soledad. Es un discurso tal vez hablado por
miles de personas (¿quién lo sabe?), pero al que nadie
sostiene; está completamente abandonado por los
lenguajes circundantes: o ignorado, o despreciado, o
escarnecido por ellos, separado no solamente del
poder sino también de sus mecanismos (ciencias,
conocimientos, artes). Cuando un discurso es de tal
modo arrastrado por su propia fuerza en la deriva de
lo inactual, deportado fuera de toda gregariedad, no
le queda más que ser el lugar, por exiguo que sea, de
una afirmación (...)"

II

"Todo episodio amoroso puede estar, por cierto, dotado de un sentido: nace, se desarrolla y muere, sigue un camino que es siempre posible interpretar según una causalidad o una finalidad, o moralizar, incluso, si es preciso ("Estaba loco, estoy curado", "El amor es un señuelo del que será necesario desconfiar en adelante", etc.): ahí está la historia de amor, esclava del gran Otro narrativo, de la opinión general que desprecia toda fuerza excesiva y quiere que el sujeto reduzca por sí mismo el gran resplandor imaginario que lo atraviesa sin orden y sin fin a una crisis dolorosa, mórbida, de la que es necesario curare ("Nace, crece, hace sufrir, pasa", exactamente como una enfermedad hipocrática): la historia de amor (la "aventura") es el tributo que el enamorado debe pagar al mundo para reconciliarse con él"


(BARTHES, R.; Fragmentos de un discurso amoroso; 2ª edición; Siglo XXI; Buenos Aires 2008)

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