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"Qué buena que estás Mamior!"
No se le dice qué buena que estás
a la mujer de tu vida,
a la madre de tus hijos,
a la musa de tus deseos,
al deseo de tus sueños.
No se le dice qué buena que estás
como a cualquier atorranta de la tele
o tapa de revista.
No, no, no.
No se le dice
y no hay con qué darle.
Sólo bellas, sinceras, almidonadas,
llenas de flores y de promesas,
sólo increíbles e inventadas palabras
se le dicen a aquella persona.
Qué buena que estás Mamior!
Jamás!
Desde el día en que esas palabras
aparecen y transforman en objeto
de buenas formas
a quien fuera Mamior,
desde ese día,
el amor ya no existe.
O se olvida.
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