lunes, 8 de diciembre de 2008

Acción!

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Hay días en los que viajo por la ciudad en canoa, con un collar de dientes de tiburón, remando a toda velocidad pero haciendo alarde de mi gran paz interior, de la nobleza de mi ser. El viento me pega de frente y me alborota el cabello, parece ventilador industrial en medio del set de filmación.
Sí, hay veces en que tengo días Hollywood, onda Cocodrilo Dundee.
Tengo varios tipos de días, muchos de ellos parecen material para película o la película misma.
Últimamente estoy actuando una de Michel Gondry, onda Eternal Sunshine of the Spotless Mind. Qué se le va a hacer!
Mientras escribo esto pienso en Amelie y en algunas otras en las que el personaje principal, luego de sufrir, llorar por noches enteras, amar, temer, partir, ser partida y seguir amando, despierta un día y su vida comienza a volverse maravillosamente colorida y su galán, su príncipe azul, aparece...
En otras películas regresa.
No me decido, yo, por ninguno de los dos finales.
Las opciones, paso en limpio, son:
a)que aparezca un galán nuevo y salga el sol,
b) que regrese el galán que partió, que canten los pajaritos y bailemos arriba del puente sobre el río, como en la Bella Durmiente.
Pregunto: si apago el velador y me duermo acurrucada acariciando al perro ¿mañana amaneceré así?
Habría que intentarlo.
...
O no.

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