viernes, 15 de febrero de 2013

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"El conferenciante entró jovial. Era uno de los salones de la Real Academia de Ciencias de Bruselas y, si mis recuerdos no me engañan, iba a tratar el problema de los métodos de verificación de una suma: el conferenciante descartaba a priori la verificación estadística (por un x número de personas) y la convicción subjetiva y de buena fe sobre el resultado. Se sentó, desplegó sobre la mesa las hojas de una carpeta y, antes de comenzar a desarrollar su tema, contempló durante unos segundos la jarra transparente, sonrío como para sí mismo, y dijo:
Yo acostumbro a dormir la siesta antes de dictar una conferencia, para tranquilizarme, porque la obligación de hablar en público me pone siempre muy nervioso. Así que hace una hora tuve un sueño. Tres personas diferentes fotografiaban rinocerontes. Eran tres imágenes sucesivas, pero el método era el mismo: se internaban en el río hasta la cintura, y fotografiaban de esa manera al rinoceronte, que se encontraba a unos metros de distancia, en el agua. Se trataba de rinocerontes, no de hipopótamos. El último de los fotógrafos era un poeta amigo mío (al que no conozco personalmente). Era mi amigo en el sueño. Este poeta, de fama universal, me explicaba en detalle el procedimiento que se emplea habitualmente para fotografiar rinocerontes. Y, en nombre de nuestra vieja amistad, me regalaba la fotografía que acababa de sacar.
El conferenciante hizo silencio y recogió de entre sus papeles un rectángulo coloreado. Después, antes de comenzar la disertación propiamente dicha, concluyó su relato:
Tal vez ustedes crean que este sueño que acabo de contarles es pura invención. Y bien, estimados oyentes, se equivocan. Aquí tengo la prueba, dijo, y alzó la mano mostrando al público la fotografía en colores, de un rinoceronte en un río africano, todavía húmeda, a causa sin duda de la proximidad del agua o del reciente revelado."

("La conferencia" en SAER, Juan José; Lugar; Seix Barral. Biblioteca Breve; 2°ed.; Bs.As.; 2000)

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